sábado, 31 de agosto de 2013

Memoria ancestral: Anne Chapman y los selknam



La muestra que se exhibe en el Museo Mitre, curada por la propia Chapman antes de morir en junio de 2010, recoge imágenes de su paciente y amoroso trabajo de campo. Porque lo suyo no fue de antropóloga cientificista sino de una mujer dispuesta a escuchar con la oreja y el corazón los secretos de un pueblo. La exposición es un homenaje a quien dedicó su vida a comprender al otro. El núcleo de la muestra es la ceremonia del Hain: un complejísimo ritual de iniciación de los varones jóvenes, que servía también para disciplinar y someter a las mujeres, facilitar la interrelación social y cumplir con una función religiosa. Con componentes fuertemente psicológicos, implicaba también una metafísica, ideología, símbolos poderosos, filosofía animista, diversión, arte, poesía y música. El aporte de Chapman y sus informantes es desmitificar la ingenuidad de las mujeres. Para ella, el gran secreto del Hain no era que los espíritus que las amedrentaban eran los hombres, sino que ellas lo sabían y, para evitar castigos, se cuidaban muy bien de que se les notara. Pese a la férrea creencia de los selknam en los espíritus, el Hain era, para Chapman, una gran puesta en escena.
Lola fue la última selknam que vivió como indígena en una especie de reserva en Lago Fagnano. En 1967 Chapman trabajó con Angela Loij, amiga de Lola, nacida de padres selknam cuando la población ya había sido diezmada. Con ella tradujo los cantos de Lola. En su tercera visita, entre 1968 y 1970, conoció más descendientes, como Federico Echeuline, Luis Garibaldi Honte, Francisco Minkiol. A todos ellos y a su lucha heroica por sobrevivir como pueblo, dedica su libro. Los retrata en las imágenes de la muestra, ya que Champan fue una fotógrafa sensible, capaz de captar la sabiduría de un pueblo en una mirada.
También hizo expediciones al sudeste de la isla y participó en un documental sobre los últimos selknam. Revisó bibliotecas de varias latitudes, desde Río Grande hasta Viena en donde conoció al padre Martín Gusinde, etnólogo austríaco que vivió entre los indígenas fueguinos entre 1919 y 1923 y tomó las impactantes fotos que acompañan a las de Chapman en la exposición.
En la Isla Grande la fecha radiocarbónica más antigua es de 10.400 años. Chapman se asombraba de trabajar con los dos extremos de una historia milenaria, sus primeros vestigios y los últimos sobrevivientes.
Trazó una genealogía con 3386 individuos y así recompuso los 79 linajes de la época prehispánica, que habitaban los 82 territorios en que se dividía la isla. Según esta investigadora, no eran un pueblo rudimentario: "Tenían una tecnología simple en comparación con la complejidad de su organización social y de sus tradiciones religiosas". En las fotos de Gusinde se los ve en familia, cazando o en pleno rito iniciático. Más nostálgicas resultan las imágenes de Chapman. Son testimonio de los pocos sobrevivientes que encontró, que tienen el pasado dolorosamente grabado en la piel..

lanacion.com |
Las claves de la muestra
Revista
Por   | LA NACION
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