sábado, 31 de agosto de 2013

Elegancia holandesa

Las creaciones más originales de 40 diseñadores holandeses se pueden ver desde hoy en la muestra Elegancia holandesa, en el Centro Cultural Borges. Gran variedad de accesorios vanguardistas con anillos oxidados; guantes con dibujos de pelo humano; collares de hojas de cuchillo, y los tradicionales suecos holandeses, en versión roja y sexy. No hay una extravagancia exagerada para estos creativos de espíritu libre, que sin embargo permanecen muy cercanos a las tradiciones y muchas veces reinterpretan lo más clásico de su folklore con materiales impensados.
La exposición es obra de Essential Arts Foundation de Holanda y está auspiciada por la Embajada Real de los Países Bajos, el Ministerio de Relaciones Exteriores de Holanda y Prince Bernhard Cultuurfonds, con la curaduría de Karin van Paasen y Marjolijn van Duyn.
Y dos argentinos radicados en Holanda hacen su aporte: Mirta Demare, una arquitecta que dirige una galería de arte que colaboró los cuatro años que llevó armar la muestra, y Luis Acosta, que expone sus sombreros desarmables y en paño lenci. Un creativo que ya expuso en la galería que supo tener María Medici.
"Hay diseñadores de 21 a 75 años, tanto gente que salió de las academias como vanguardistas de los años 60. Se ven desarrollos experimentales, otros comerciales, y todo lo que está en el medio", dice Van Paasen, mientras invita a probarse una pulsera de papel hecha a mano, de Nel Linssen, famosa en Japón.
"Los diseños holandeses están en alza", agrega, mientras cuenta que frente a la mudanza de la producción a Oriente, quedan de la antigua tradición textil holandesa los desarrollos avanzados de Textiel Museum, reserva del know how nacional. Unicos capaces de materializar los diseños de Simone van Eerdenburg.
No son cosas que la princesa Máxima ande luciendo por ahí. Son más bien rarezas de precios siderales disponibles en tiendas de museos o galerías. Aunque hay también joyas no convencionales accesibles, como el collar de perlas de textil sobre goma de Uli Rapp. Los zapatos de Jan Jansen son un must , que merecieron una subasta en Christie s (Demare inauguró la muestra en La Paz, Bolivia, con un par de tacos "flotantes"). Tan usables como las botas con capellada intercambiable de Liesel Swart, los sinuosos suecos de Alexander Fielden y la cartera-almohada de Maria Hees. Pero el collar de caracoles vivos que se arrastran por el cuello es más que nada una performance de Marijke Shurink. Lo mismo que el sombrero de Bart Konter, hecho con 2400 alfileres. Para asombrarse o inspirarse, hasta el 15 de abril en Viamonte y San Martín, sala 22. .
Por María Paula Zacharías
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