viernes, 30 de agosto de 2013

Intimidades el ropero de... Karina El Azem


Arte que se lleva puesto
La artista plástica muestra y analiza su guardarropa eterno y personal

Aunque sus obras estén plagadas de balas y otros elementos bélicos, la artista Karina El Azem no anda, para nada, de armería en armería con pantalones camuflados y borceguíes, ni se pinta las mejillas de negro en sus momentos de mayor concentración. Nadie recuerda haber visto a El Azem ni siquiera en jeans. Melena cobriza, piel muy blanca y labios siempre pintados, cultiva un estilo personal e hiperfemenino, logrado con un multicolor guardarropa, en el que las faldas son mayoría.

Sus colores preferidos para vestir son el verde y el violeta. "Me gustan las combinaciones estridentes, buscando la estética de los dibujos animados." En eso combina con su popular marido, Roberto Pettinato. "El tiene un estilo tan personal... Tenemos mucho en común. La falta de prejuicios, un gusto estrafalario. Me encantan los hombres de traje, y él combina lo formal y lo provocador con sus trajes de colores o en géneros raros", suspira. A veces se ponen de acuerdo: en la entrega de los premios Martín Fierro se los vio vestidos en tonos cobre, y en la última comida del Museo de Arte Moderno andaban en composé color champagne. Ahora que está esperando un bebe, deberá renovar parte de su vestuario. "Por ahora sólo incursioné en los trajes de baño", cuenta. l Una periodista la definió una vez como una chica de época. "Me gustan los cortes de los años 40, 50 y 60. Me encantaría haber sido joven en esos tiempos. Tan femeninos... -dice-. También hay algo de uniforme, de protección o talismán en la ropa. Voy a un vernisagge y sé que me puedo poner cualquier cosa de mi placard. Como no sigo una moda, tengo ropa de varios años. Para mí es un mecanismo de defensa. Yo soy supertímida", cuenta. Su placard desborda de vestidos con estampados de todo tipo. Ganan los art déco, ópticos y floreados. Pese a su tendencia retro, El Azem no es para nada fan del vintage. "Me gusta más lo contemporáneo. El pasado tomado como cita", analiza. Por eso abundan los modelos de Adolfo Domínguez, Benedit Bis y Custo Barcelona. "Se ha puesto un poco de moda esto de los estampados estrambóticos, las combinaciones de rayas con flores. Antes era una cosa rarísima", dice mientras va mirando sus perchas. "A veces me gusta vestir muy formal, con tailleurs clásicos. Me divierten, porque no tengo ocasión de usarlos en la vida diaria, no estoy obligada. Entonces desentonan completamente, por innecesarios, fuera de contexto y sin ningún sentido", explica divertida.l "La ropa que elijo tiene bastante que ver con lo que fueron siempre mis intereses: la influencia de la tradición ornamental y la decoración en el desarrollo del arte abstracto del siglo XX, esa recurrencia en patrones decorativos usados a lo largo de la historia. Es algo que miro bastante a la hora de vestir. Por ejemplo, esta falda que tengo puesta está basada en patrones africanos. Me interesa cómo un diseñador abreva en esa imagen, y la descontextualiza y cambia completamente. Hay motivos formales que encajan en una disposición psicológica y se usan siempre", analiza. Las lecturas de sus vestidos pueden volverse complejas: "Este vestido de Domínguez (en la imagen de arriba) es como un cuadro, que tiene otros anexados. Son mecanismos del arte contemporáneo que trabaja con la reproducción, lo falso contrapuesto a lo real, las pinceladas estampadas en serigrafía, algo que han usado muchos artistas de la transvanguardia italiana. Diría que me recuerda a Fabián Marcaccio, pero es demasiado atrevido -sonríe-. La ropa es una rama del arte. La diferencia es que tiene una función, y eso la devalúa." Entre los accesorios tiene preferencia por las mochilas: para ocasiones especiales tiene una en forma de triángulo blanco, con cadenas para colgársela. También se arma gargantillas con municiones, Aunque son desconcertantes: no se sabe si se consiguen en galerías de arte, armerías o joyerías.

María Paula Zacharías
Foto: Silvina Von Lapcevic

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